

Lo más impactante es su potencia expresiva, única, de poderoso magnetismo que envuelve a un artista complejo, apasionado, vibrante, con mucho que decir pero también con un largo camino que recorrer.
Al espectador habituado al arte le puede resultar familiar la obra de García Domínguez, pues muchos de sus trabajos recuerdan al trabajo de animación que George Dunning realizó para el film de The Beatles, “El submarino amarillo”. Pero evidentemente, la diferencia se nota en las formas, contenidos y mensajes, todo ello envuelto por una singular admiración hacia Arcimboldo, el pintor renacentista.
García Domínguez utiliza toda clase de materiales: Oleo, colage, lápiz, etc., plasmando en su obra todas sus obsesiones, deseos, ilusiones y mucha crítica y frustración hacia el ser humano y su evolución.
Algunas obras como Archivaldo, Adelante, La mujer y su carisma e incluso un particular Autoretrato, muestran a un artista en plena fase de experimentación, a la búsqueda de si mismo, mostrando un mundo interior, a veces desgarrador, a veces tierno, a veces optimista, a veces hundido...
Y lo expresa con la virulencia de un cromatismo básico, un trazo impulsivo, sin seguir academicismos, duro y contundente. Tarde de toros podría ser la unificación de todos estos conceptos. Una obra llena de simbolismo, pues no es lo que se expresa a simple vista, sino la impasibilidad de la sociedad actual.
Chema García Domínguez tiene mucho que decir y exponer. Sin lugar a dudas, es como el vendaval que anuncia la tempestad, y ello hace que resulte innovador. Pero todo en la vida tiene un proceso, incluso la descarga de rayos y centellas, por lo que le será necesario el tiempo para encontrar el equilibrio, la técnica y la magia de lo que es ser artista.
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