Con puntualidad germánica, la 64 edición de la colectiva Sant Lluc abrió sus puertas el pasado 16 de septiembre. Las salas de exposiciones del Ateneu Caixa Laietana, acogerán hasta finales de octubre un total de 90 obras, - la capacidad del espacio así lo justifica - seleccionadas por un jurado calificador.
Sin embargo, a pesar de la ingente tarea del jurado, este no ha podido evitar el descenso en picado del nivel de la colectiva. Después de tres años de asumir unos límites de calidad interesantes, es absolutamente desalentador comprobar como pocas son las obras que pueden calificarse de excelentes, y demasiados los trabajos de “repesca”, donde temática, técnica y ejecución distan mucho de piezas realizadas con ingenio y resueltas con eficacia.
Una gran parte de los expositores, bien por encontrarse en situación de jubilación y por lo tanto, disponer de tiempo libre para la distracción, o por tratarse de un hobby o terapia, al margen de la actividad laboral habitual, o por tener interés en aprender, -loable proceder que como preferencia admite con prioridad ensuciar cuatro pinceles y mezclar cuatro colores, etc.,- prefieren destacar, presentando una “obra” en una colectiva –por imposibilidad lógica de obtener sala para una exposición - y obtener a posteriori, la admiración – muchas veces ficticia – de amigos y familiares. Realizar cursos de macramé, aeromodelismo o coleccionar sellos, no proporciona la misma proyección social.
La primera edición de la Sant Lluc se remonta a 1946. Fueron 41 los artistas que expusieron y 116 los trabajos presentados. Seis décadas después, la multiplicación de gentes (mucho personal y pocos ARTISTAS), está absolutamente descompensada. Centrados en el entretenimiento, quedan en el olvido la historia del arte, literatura e información artísticas y el humanismo en general. Con estos parámetros, el acceso a una colectiva permite obtener un currículum ficticio.
A lo largo de la historia, el ARTE no tan solo consiste en la búsqueda constante de una admiración que extasíe al espectador, transportándolo a la contemplación de LA BELLEZA, acercándolo a su vez a lo divino, sino también una crónica visual, con empuje, espíritu y sentimiento de la evolución política, económica, filosófica, religiosa y social del ser humano.
El ARTE ha reflejado sublimación y miseria, poder y pobreza, acontecimientos históricos y la cotidianidad de la existencia, la naturaleza salvaje y el refinamiento más exquisito, el Paraíso y la Gloria, el Infierno y la Psique, y un largo etc., de circunstancias, siempre ha través de una de las máximas que ha hecho grande al hombre: la Creatividad.
En la edición 2010 de la Sant Lluc, pocos son los nombres consagrados (Perecoll, J.B. Parés, Manuel Cusachs,...), muchos se quedan en la retaguardia, otros destacan por calidad, técnica y temática bien desarrollados y experiencia probada (Marta Durán, Josep Serra, Catherine Lorton, Daniel Llin, Nieves G. Nau, Sandro Soriano o Jordi Torner Colomer, la autentica revelación de la muestra con una excelente obra de perfecta manufactura: “Escacs” (escaques), pero se echan de menos otro tipo de especialidades artísticas – esmaltes, vitrales, más grabados, figuras de vidrio, bisutería o joyería, la copia de una obra clásica y MÁS PINTURA AL NATURAL, pues todo se realiza a través de fotografía. Pocos han sido los jóvenes que se han acercado a la colectiva, bien porque no se atreven, o no han terminado los estudios o bien no es oportuno entrar en competencia con el profesor.
Sin desmerecer en absoluto la infatigable tarea de l’ASLL (www.santlluc.org), es innegable que una exposición de estas características también refleja le evolución y comportamiento de la sociedad, y de un momento económico.
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