La Sala de Exposiciones de Caixa Laietana, situada en Plaça Santa 8 de Mataró, exhibe hasta finales de este mes de julio la muestra Joves Seleccionats Sant Lluc (Ana García Pérez y Marc Sala) y Pepita Herrero, Escultora i pintora. Una excelente muestra que combina estilos y un alto nivel de calidad.
La invocación al realismo de Ana García, muy centrado en la ciudad, aunque también le atrae el paisaje Vespre d’estiu II o Embassament, (Anochecer de verano II o Embalse) (óleo s/tela), desapasionado, de grandes espacios, amplitud de miras, de cielos en tonos pastel dentro de un urbanismo ordenado, aunque excessivamente neutro, en contraste absoluto con los objetos: Formatge i llet o Full en blanc (Queso y leche o Hoja en blanco) (lápiz sobre papel), realizados con precisión exquisita, cuidada y equilibrada, casi como exhalando vida propia.
No obstante, su tratamiento de la figura humana es mucho más desigual: sencillez en extremo, sin captar con intensidad, la sensualidad o voluptuosidad que puede emanar un cuerpo femenino, llegando tan sólo a la imitación de tales sentidos.
El contraste a la obra de Ana García es Marc Sala: explosivo, vital, complejo, moderno, atrevido, clamando a viva voz lo que el ser humano no se atreve a gritar, tal como lo expresa a través del busto: Rebentat (Reventado), realizado en técnica mixta; impactante y al mismo tiempo desgarrador.
Sus Relleus d’una safata (Relieves de una bandeja) captan inmediatamente la atención del espectador, atrapándolo inconscientemente. Una sinuosa y compleja red realizada en acero, simbolizando las múltiples etapas y facetas de la vida humana.
La obra expuesta de Pepita Herrero, es la demostración del sentimiento del ARTE en dos grandes dimensiones: escultura y pintura. Su escultura, en constante homenaje a los standards clásicos de Grecia y Roma, tiene un alto sentido de la estética y una profunda emoción por la Belleza. Reposant, Abraçades, Asseguda (Reposando, Abrazadas, sentada), obras todas ellas realizadas en bronce o Protegint la piràmide (Protegiendo la pirámide), realizada en terracota. El espectador contempla sus esculturas con admiración y afecto, reconciliándose con las formas que se acercan a uno de los conceptos básicos del arte: la creación de valores y la necesidad de ser valioso.
A nivel pictórico, Pepita Herrero, continua con los cánones antes establecidos, con profunda devoción por el paisaje, especialmente marinas y natural, trabajando siempre en óleo s/tela y formatos medios y algunos de pequeños (Camp de flors, Roselles, Arbreda, Costa Brava, Québec). Absorta por algunas fachadas de edificios de Suiza y Francia, su trazo nervioso y ágil, de milimétrada precisión, a la vez que utiliza una paleta muy diversa y creativa, con toques románticos, muestra una obra donde los mínimos detalles cuentan, resultando verdaderamente atractivo el tratamiento de sus nocturnos, especialmente en las marinas.
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